Soho Benita: el barrio de moda de Sevilla, un hervidero cultural y un hormigueo incesante de creatividad
Londres tiene el suyo. También Nueva York, Berlín o París. Aunque hace ya tiempo que Sevilla decidió reinventarse y salir de esos estereotipos que muchos se empeñan en adosarle, hay quienes aún hoy desconocen esa otra faceta de la ciudad. Si a la cara le ponemos nombres como Barrio de Santa Cruz, Triana o calle Sierpes, a la cruz podríamos bautizarla como Soho Benita.
Doy un último sorbo a mi té y lo coloco sobre la mesa mientras observo, a través de la ventana, el continuo trajín de personas por las aceras de la calle Benito Pérez Galdós. Unas con prisas, otras disfrutando del paseo… incluso hay quien decide escudriñar los escaparates aledaños.
De las paredes de la cafetería en la que me encuentro cuelgan expuestas fotografías de diversos autores. Tras de mí, varias repisas repletas de todo tipo de títulos. Me encuentro en Un gato en bicicleta, librería de arte, cafetería y taller de cerámica, y miembro del hervidero cultural y artístico que desde hace unos años habita esta zona de la capital hispalense.
DeLimbo fue uno de los primeros en aparecer. Me acerco hasta esta galería de arte urbano y contemporáneo ubicado en un lugar único: un espacio modernista de 1919 del arquitecto José Espiau, tan solo unos metros de Un gato en bicicleta.
Laura Calvarro y Seleka Muñoz son los anfitriones e idearios de este proyecto. Inquietos por naturaleza y con mucha energía empleada en hacer las cosas de forma diferente, abrieron las puertas de este espacio artístico hace nada menos que 12 años. Se trata de la primera galería en el sur de Europa dedicada al arte urbano y por ella han pasado artistas como Boris Hoppek, Roice 183, Hervé di Rosa o Mina Hamada.
Otra interpretación sería algo más literal: Benita como esa “venita” de negocios underground, de artistas y artesanos, que esquivan las grandes arterias comerciales de la ciudad huyendo de las conocidas marcas que todo lo invaden.
Precisamente buscando uno de los referentes en moda me adentro en Isadora, otro de los negocios pioneros del Soho. Aquí cohabitan prendas de diseñadores menos convencionales, pero cuya originalidad y elegancia quedan por encima de cualquier otro calificativo, con ilustraciones, complementos e incluso música.
El trato cercano y empático de Manu y Lorena, los cicerones de este negocio, convierte la visita en una experiencia más que enriquecedora y raro será salir por la puerta sin una bolsa colgando del brazo.
Pero la fiesta continúa. Lo ecofashion encuentra su lugar en Verde Moscú o en Zapata, y lo artesanal se aloja en las telas y diseños de Nuria en Zález, en los preciosos sombreros de Patricia Buffuna -donde igual de importante son los materiales que el cariño dedicado a cada una de las piezas- y en los complementos salidos de Le Voilá, la tienda-taller de Penélope en la que un fresco del siglo XIX del pintor Rico Cejudo y unos más que probable históricos azulejos son los encargados de dar la bienvenida.
Todos y cada uno de los miembros de este conglomerado creativo y “multiartístico” coinciden en un mismo punto: la unión hace la fuerza. La afinidad en la idea de hacer de un negocio algo distinto les llevó a fusionarse en una experiencia asociativa de la que están obteniendo muy buenos resultados.
Soho Benita es ya un nombre propio con mayúsculas. Un auténtico referente de esa otra Sevilla que ya está presente en guías e itinerarios y de la que se ha hecho eco incluso el mismísimo New York Times.
Resulta que entre tanto comprar y ojear me ha entrado el gusanillo del hambre: es el momento de adentrarme en la faceta gastronómica del Soho. Mientras decido si decantarme por los platos caseros del Habanita, por la esencia italiana de La Mia Tana o por unas modernas tapas con raíz andaluza en Sal Gorda, me topo con Flop!.
Mitad estudio, mitad showroom, aúna bajo un mismo techo arquitectura, diseño de interiores y diseño gráfico. Una vez más son la creatividad, la originalidad, lo contemporáneo y la búsqueda del compromiso y la calidad los ingredientes por los que apuestan sus cuatro integrantes: Peter, Vidal, Isidro y Jacobo.
En la calle Huelva me topo con Ofelia Bakery, una coqueta cafetería en la que Elena ofrece los cupcakes de pastel de zanahoria más exquisitos que haya probado en mi vida. La elaboración artesanal y el amor que le pone a cada una de sus piezas de repostería se siente con cada bocado.
La misma pasión que se saborea en las tejas artesanales de almendra, coco y pistacho que Lola me ofrece al pasar por la puerta de Tejas Dulces de Sevilla, un negocio de fachada rosa y blanca en plena Plaza del Pan en la que te podrán hablar sin problema de la antigua receta en la que se basa, pero jamás revelarán su ingrediente secreto.
Y así, con el mejor sabor de boca, llego al fin de mi recorrido. Apenas 500 metros recorridos entre la Encarnación y la Plaza del Pan, pero todo un mundo descubierto. Rompiendo moldes. Desmontando estereotipos. Apostando, al fin y al cabo, por esa “otra Sevilla”.
Fuente: http://www.traveler.es
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